Las costumbres de los barceloneses que sorprenden a los turistas

Lo mejor de viajar es conocer nuevas culturas, costumbres y modos de vida. Barcelona, una ciudad que cada año recibe a millones de turistas, sorprende a sus visitantes con unas tradiciones muy arraigadas y únicas. Estas son las cosas que más llama la atención a los que vienen de fuera (y que a nosotros nos parecen totalmente normales).

La sobremesa: ¿por qué se alarga tanto?

Sí, lo de que la comida se alargue hasta límites insospechados es algo que muchos extranjeros no pueden entender. En Barcelona, y en general en el resto de España, después de una comida entre amigos o con familiares, debido al buen ambiente y la buena compañía, nadie se levanta. Se continúa con un digestivo y los postres pueden aparecer, paulatinamente, durante horas. Es un modo de vida, aquí se lleva mucho lo de disfrutar.

 

Los horarios no son como en el resto del mundo

Una de las primeras cosas que sorprende a los extranjeros al llegar a Barcelona es el horario de las comidas. Los barceloneses, igual que en el resto del país, suelen almorzar alrededor de la 1:30 p.m. y cenar después de las 9:00 p.m. Esto puede resultar chocante para aquellos acostumbrados a horarios de comida más tempranos. Y aunque para muchos estos horarios tienen más desventajas que ventajas, una vez adaptados a esta rutina, descubren que es una oportunidad para disfrutar de la vida social y relajarse durante las comidas.

De tapeo: un clásico que sorprende

No importa la hora. Ir a un bar y acompañar tu consumición por una pequeña y deliciosa tapa es algo obligatorio. Lo de las tapas es algo ya reconocido mundialmente, por lo tanto puede que no genere tanta sopresa en un primer momento. De hecho, es uno de los atractivos del país para todos los turistas. El efecto sorpresa se encuentra en la calidad. Muchos creen que se trata de un picoteo básico y, si caes en el lugar adecuado, las tapas te pueden sorprender con la mejor gastronomía hecha con productos locales.

 

No dejar propina: sin acritud

El eterno debate. No es que en Barcelona no se deje propina, es que se deja en menor medida y no es una obligación por parte del cliente, como ocurre en otros países. Los más generosos y tradicionales siguen con esta costumbre, pero las nuevas generaciones parece que la están dejando atrás. Los sueldos de los camareros y camareras en España no necesitan sumar este plus, el salario digno corre por cuenta del empresario.

Las terrazas: un amor incondicional

Barcelona, además de sus muchas virtudes, tiene un clima agradable que dura la mayor parte del año. Es la suerte de estar bañados por el Mediterráneo. Este factor hace que el amor de los barceloneses por la vida outdoor sea más que evidente. Así ocurre en el Hotel Pulitzer, que, desde el corazón de la ciudad a pocos pasos de las visitas imprescindibles, dispone de una terraza en su rooftop que es la envidia del vecindario. Con buenas vistas, las bebidas saben mejor y la música acomapaña los brindis y celebraciones de los huéspedes. Esta terraza ha sido diseñada por uno de los interioristas más top del país, Lázaro Rosa Violán, y su buena mano se nota nada más entrar. Vegetación exuberante, materiales naturales, mucho carácter local y los tejados de fondo. Debes pasar a tomarte un cóctel o a disfrutar de uno de sus platos para entender de lo que estamos hablando. ¡Bienvenido!  

 

Las fiestas y festivales: siempre es buen momento para celebrar

En Barcelona se juntan los dos extremos: las fiestas populares más tradicionales y arraigadas a las costumbres locales y los festivales de música más punteros del mundo, muchos de ellos con renombre internacional. Y esta convivencia en armonía es lo que hace de esta ciudad un lugar único, lleno de contrastes. El mismo hipster que acude religiosamente al festival de música electrónica Sónar, también acudirá a la fiesta mayor de su barrio y quizá lo veas formando un casteller.

Los castelles (y los castellers): de vértigo

Estas impresionantes torres humanas de varios pisos de altura, donde los participantes se colocan uno encima del otro con precisión y equilibrio, no solo sorprenden a los de fuera, también a los de aquí. Y normal.  La destreza, coordinación y valentía que requiere esta práctica no es para menos. Los castells son un espectáculo emocionante que refleja la fuerte cultura de Cataluña y su enfoque en el trabajo en equipo y la solidaridad. Además, el momento culminante, cuando un niño o niña, llamado "enxaneta", sube a la cima y alza la mano, simboliza la superación de desafíos. Conmovedor. 

Hacer “el vermú”: una costumbre a la que cuesta decir no

En Barcelona, hacer el "vermut" es una actividad social muy arraigada, especialmente los fines de semana. Los locales de todas las generaciones suelen reunirse en bares y tabernas de la ciudad para disfrutar de una copa de vermut antes de la comida. Esta tradición no solo realza la cultura del aperitivo, sino que también fomenta la camaradería y el tiempo de calidad entre amigos y familiares antes de la comida del mediodía.